Mata Hari, al descubierto
Mata Hari, al descubierto - La detención de la espía más famosa de la I Guerra Mundial es una de las efemérides más destacadas del mes, junto a otros temas
como los 15 años de la oveja Dolly o el centenario del caso de la asesina de niños Enriqueta Martí
'Cortesana sí, espía de Alemania nunca'
Mata Hari, 'ojo del amanecer' fue una mujer única. Impúdica bailarina exótica, cortesana de talento, entre su cohorte de amantes se
contaban políticos, aristócratas y sobre todo militares. Su debilidad por estos últimos la convirtió en espía, condenándola a muerte a los
41 años.
Ella era Mata-Hari. Había nacido la leyenda.
Todo había empezado cuarenta y un años antes. Margaretha era hija de un sombrerero holandés padre de otros tres hijos varones. Tras perder prematuramente a
su esposa, el imprudente padre volcó toda su atención en su benjamina, haciéndola egocéntrica y consentida. Margaretha poseía además una exótica belleza,
herencia de su madre, de ascendencia asiática. A muy temprana edad la joven tomó conciencia de la misma y del poder que podía reportarle. A los 16 años, no
sabemos si accidental o consentidamente, se convierte en amante del director del centro en el que estudia. El escándalo es mayúsculo y la joven es expulsada.
Su vida ya no volverá a ser la misma.
Tan solo tres años después, asfixiada por su entorno familiar y la encorsetada sociedad holandesa, decide contraer matrimonio. A través de un anuncio
matrimonial publicado en la prensa, contacta con el capitán Rudolf Mac Leod, un apuesto aunque talludo militar, treinta años más mayor que ella. Su primera cita
es
un auténtico coup de foudre. El sensual magnetismo de Margaretha conquista al oficial, al tiempo que ella sucumbe ante el atractivo del uniformado. Siempre
confesaría su debilidad por los militares.
El matrimonio es un fracaso, Rudolf resulta ser un intransigente esposo, bebedor, mujeriego y derrochador. Además padece la sífilis, consecuencia directa de sus
correrías. Es destinado a una de las colonias holandesas en Indonesia. La joven esposa, que, como confesaría, jamás tuvo vocación de ama de casa, busca
consuelo fuera del hogar. Pese a ello concibe dos hijos. Todo se complica cuando el primogénito, Norman fallece en extrañas circunstancias. La hija menor
sobrevive pero Rudolf, alerta, aprovecha para atacar a su esposa acusándola de abandono de sus responsabilidades.
El matrimonio, conturbado, vuelve a Holanda, donde se separan. Corre el año 1902. La niña queda bajo la custodia de su padre, quien acusa a su esposa de
conducta licenciosa y llega a publicar anuncios en la prensa anunciando que no se hace cargo de su manutención, condenando así a Margaretha a la miseria.
Con gran determinación, la joven se dirige a París. Allí prueba fortuna como modelo y actriz sin éxito, hasta que su natural inclinación exhibicionista aflora y decide,
en un alarde de ingenio, centrarse en la danza. Su talento para la misma es dudoso pero su inusitado impudor y su gran intuición la conducirán a la fama.
Evocando los bailes de iniciación de las vírgenes javanesas, emula sus pasos. Convertida ya en Mata Hari, solo sus pequeños senos se ocultan al público,
cubiertos por dos conchas metálicas. El resto de su cuerpo se envuelve únicamente por transparentes velos. El erotismo que desprende es mayestático.
Mata Hari
es la más sexy, descarada y atrevida, puro erotismo. La encorsetada y reprimida sociedad europea sujeta a los convencionalismos de la época, recibe con los
brazos abiertos a la artista. Su habilidad para transformar lo que no era sino un simple striptease en una danza pseudorreligiosa la encumbran. Pero el tiempo no
pasa en balde y Mata va marchitándose, a la par que sus imitadores surgen por doquier. Confesa lujuriosa, contaba con numerosos amantes: aristócratas,
militares, corredores de bolsa y hasta destacados políticos desfilan por su lecho.
Su vida se complica cuando estalla la I Guerra Mundial. En mayo de 1914 consigue un contrato para bailar en el Metropol berlinés.
Sin embargo la situación política no le permite mantenerse al margen. Alemania y Francia se disputan sus favores. Su condición de artista facilita la posibilidad
de
actuar como espía. Inconsciente, acaba involucrada en una de las redes de espionaje de la contienda. Alemania en primer lugar y Francia, después, la incorporan
en sus filas. Pero Le Deuxième Bureau –el servicio de información del ejército francés– le tiende una trampa. Francia precisa de culpables, y el 13 de febrero es
detenida en París, acusada de espionaje a favor de Alemania. Aún hoy su infortunado destino es cuestionado. ¿Fue Margaretha una víctima propiciatoria, cabeza de
turco de la contienda? Toda guerra precisa de combatientes, culpables y mártires. ¿Cortesana, espía, o simplemente víctima de un complot bélico? Mata Hari,
mujer fatal condenada a un fatal destino.
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